Cuando nos
disfrazábamos de estrellas
Cuando las
sonrisas eran eternas
Cuando el
silencio era más que silencio
Cuando no
necesitábamos palabras
Cuando la
preocupación no existía
Cuando creíamos
que nada nos sorprendería
Cuando los sueños
eran espadas
Cuando algo debía
ir realmente mal como para no querer que llegase el fin de semana.