domingo, 27 de febrero de 2011
viernes, 25 de febrero de 2011
domingo, 20 de febrero de 2011
martes, 15 de febrero de 2011
Globos y demás
Hace un rato cuando estaba viendo este vídeo me preguntaba si los globos llegarían al suelo o no. Al principio creía que eran globos de Helio.
Cuando era pequeña esos globos nunca llegaban a mi casa, me dedicaba a jugar con ellos, solía soltar la cuerda y volverla a coger antes de que el globo se me escapara de las manos, claro que llegaba un momento en el que ya no era capaz de agarrar la cuerda y el globo no volvía jamás, se perdía en el azul infinito de alguna tarde de domingo. ¿Dónde irían a parar aquellos globos?
lunes, 14 de febrero de 2011
Hace 11 años.
Hace 11 años tal día como hoy, tenía un examen al que no fui. No fui por motivos de fuerza mayor. Me refiero a los motivos que te dejan sin palabras. Aquella frase que nunca quiere nadie escuchar y que a mí no me quedó más remedio que oir.
domingo, 13 de febrero de 2011
jueves, 10 de febrero de 2011
miércoles, 9 de febrero de 2011
domingo, 6 de febrero de 2011
Teresa, el cuerpo de cristo (de Ray Loriga)
Ayer vi Teresa, el cuerpo de cristo, parece ser que hay cierta polémica con esta película por la forma en la que tratan los éxtasis, pero imagina que no has visto nunca el color azul y alguien intenta explicarte cómo es ese color, pero tú no puedes verlo. Pues aunque nunca llegues a entenderlo bien, lo lógico es que te lo comparen con algo que sí conoces ¿no?
"Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego.
Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento... Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado." (fragmento del capítulo XXIX del libroVida de Santa Teresa)
viernes, 4 de febrero de 2011
jueves, 3 de febrero de 2011
Febrero!!
Creo que cada día me gusta más el disco de Febrero. "Vas a clavarme tus puñales por la espalda, vas a matarme poco a poco y sin piedad, así que para nada, no cuentes conmigo..."
miércoles, 2 de febrero de 2011
¿Ha merecido la pena?
Cuántas veces nos habremos hecho esa pregunta... seguro que más de una y más de dos. Hay ciertas preguntas que deberían estar prohibidas, sobre todo porque, en la mayoría de los casos, la respuesta siempre es negativa. Cambiamos el ángulo de visión y lo que antes era blanco ahora es negro.
La memoria es selectiva, hay quienes recuerdan lo bueno y olvidan lo malo, otros hacen lo contrario, pero ¿cúal es la mejor opción?
La mejor opción no existe. Si recuerdas lo bueno y olvidas lo malo tiendes a idealizar el pasado, recordar lo que decía Jorge Manrique: "cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor", por lo que, en cierto modo, el presente pierde valor.
Si recuerdas lo malo y olvidas lo bueno te libras de los idealismos, pero sufres mucho, ya lo cantaba Iván Ferreiro: "Mi grado de fustración es siempre ambiguo y las cosas que más me gustan siempre me hacen llorar", tienes la sensación de haber estado esforzándote para nada.
El caso es que, hagas lo que hagas, terminas perdiendo la perspectiva del día a día. Las cosas no son ni blancas ni negras, son grises.
Yo creo que el problema es que le damos demasiada importancia al resultado y si el resultado es positivo, pues estupendo, pero como no lo sea, enseguida buscamos culpables, empezando por los demás y, tal vez, terminando en nosotros mismos.
La memoria es selectiva, hay quienes recuerdan lo bueno y olvidan lo malo, otros hacen lo contrario, pero ¿cúal es la mejor opción?
La mejor opción no existe. Si recuerdas lo bueno y olvidas lo malo tiendes a idealizar el pasado, recordar lo que decía Jorge Manrique: "cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor", por lo que, en cierto modo, el presente pierde valor.
Si recuerdas lo malo y olvidas lo bueno te libras de los idealismos, pero sufres mucho, ya lo cantaba Iván Ferreiro: "Mi grado de fustración es siempre ambiguo y las cosas que más me gustan siempre me hacen llorar", tienes la sensación de haber estado esforzándote para nada.
El caso es que, hagas lo que hagas, terminas perdiendo la perspectiva del día a día. Las cosas no son ni blancas ni negras, son grises.
Yo creo que el problema es que le damos demasiada importancia al resultado y si el resultado es positivo, pues estupendo, pero como no lo sea, enseguida buscamos culpables, empezando por los demás y, tal vez, terminando en nosotros mismos.
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