Para ser sincera esperaba más de este libro, el primer capítulo me gustó mucho, pero luego entra en una tónica de pasajes que no me transmiten nada, sólo monotonía y desidia. Es cómo ver una revista sin leer nada, o como ver el paisaje desde la ventanilla del tren. Todo a través del cristal. Se mira pero no se toca.
La novela narra la vida de un profesor en Tokio que tiene que coger 8 trenes al día. Todo visto desde su ángulo, desde su imaginación, desde lo que podría ser y no es. Historias de papel de cebolla, de imágenes incompletas, de irrealidadades de luces de metro, de sardinas en lata. No sé, a lo mejor el libro está muy bien y fui yo la que tenía un mal día. Puede ser, todo puede ser.
La novela narra la vida de un profesor en Tokio que tiene que coger 8 trenes al día. Todo visto desde su ángulo, desde su imaginación, desde lo que podría ser y no es. Historias de papel de cebolla, de imágenes incompletas, de irrealidadades de luces de metro, de sardinas en lata. No sé, a lo mejor el libro está muy bien y fui yo la que tenía un mal día. Puede ser, todo puede ser.
3 comentarios:
Yo este año he llegado a coger 6 autobuses y dos trenes de septiembre a noviembre. No te quejes.
La imagen de los "apretadores" en los metros nipones es la pera. De hecho, ya los están subcontratando para las aulas de los institutos españoles. Cosas veredes, amigo Sancho
Si voy a tokio, voy a montar un negocio, voy a vender oxígeno en las paradas de metro, seguro que me forro.
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