Hace unas horas iba andando por la calle y he leído un anuncio que ponía: ¿Por qué esperar al paraíso?, era de una agencia de viajes. Claro, se refieren a la típica isla de ensueño con sus palmeritas y todo lo demás. Pero, ¿eso es de verdad el paraíso? pues sí y no. Tú puedes estar en esa isla y ser la persona más triste del mundo, y estar en mitad de ningún sitio como si estuvieras en la luna, porque en realidad el sitio no importa. El paraíso no es un sitio, es un estado de animo, es como la felicidad y la felicidad es efímera. Si existiera la formula que nos permitiera ser felices eternamente todo el mundo la aplicaría, pero... o no existe o es inaplicable.
8 comentarios:
El tema más ebrio, QNSKPF. Joder, el himno más alcohólico y poético en mucho tiempo.
Yo creo que la fórmula de la felicidad existe, pero le falla el bucle que la hace inestable. Así que volvemos al relativismo, felicidad (paraíso) depende de dónde y cuándo
Me parece que el único paraíso que vamos a conocer es la infancia, pero muy al principio. En cuanto te mandan al colegio, se acabó. Vamos, hasta los tres años o así. Después todo se va complicando y aprendes que la felicidad es tan intermitente que cuando eres feliz no lo sabes, y sólo cuando se acaba la reconoces. A mi parecer, esas playitas paradisíacas son imágenes nada más. No hay nada de verdad en ellas. No es que no existan, es que cuando las ves, ya no son imagen, sino realidad, y entonces pasa lo que tú dices, que eres tú allí, con todas tus cargas.
bueno, yo tampoco querría que existiese el paraiso, mira un mundo feliz, porque si existe el paraiso o la felicidad continua debe ser un estado al que se accede con fármacos.
Clares tiene razón pero para mí el colegio también era el paraiso, me encantaba ir, mi me madre me ha dicho siempre que la primera vez que me perdí inconscientemente me fui al colegio.
Eme, te vas a comprar sos??? Los planetas están confirmados. Pj harvey, spirualized, underworld (los de trainspotting)
Besicos
Efectivamente, el sitio no es lo importante, la gente es lo importante, pero...el sitio ayuda.
Y si existiera la fórmula de la felicidad y la aplicáramos, no nos daríamos cuenta de que somos felices porque no habría momentos de los otros para comparar
Si nos sintiéramos todo el rato felices, puede que llegásemos a olvidar que es la felicidad, a confundirla con otras cosas como la rutina. Puede ser que el paraíso esté en nuestro interior, una selva perdida que esconda un lugar muy especial.
Saludetes
Dª EME, de pronto uno se descubre a sí mismo y se ve bajo otro prisma diferente. Quizás hasta pueda volverme progre en el futuro, ¿quién sabe? Un abrazo.
Porqué NO SOY BIEN
A punto de cumplir los sesenta años y, aunque siempre había pensado lo contrario, me he dado cuenta de que YA NO SOY BIEN.
La señal de alarma me la dio un matrimonio de filipinos que quise contratar cuando, al abandonar el Barrio de Salamanca, viví en El Viso. Venían recomendados y buscaban trabajo por defunción del anterior patrón. Tras explicarles sus funciones, me miraron de arriba abajo y decidieron que vivía muy lejos. ¿De donde? -pregunté. Del Barrio de Salamanca -dijeron muy dignos y se fueron. Hubiera vuelto a Claudio Coello por tenerlos de cuerpo de casa .
Ayer, alguien me llamó, y me preguntó si estaba jubilado. Dije que sí y respondió que buscaba un colaborador para trabajos de prensa. Pensé que se trataría de escribir alguna columna o editar textos de becarios. No. Era para entregar periódicos gratuitos a los repartidores en las bocas del metro. Efectivamente, un trabajo de prensa con contratos de 24 horas. Le dije que era Premio Nacional de Periodismo y me cagué en sus muertos. Vale, respondió.
Intencionadamente me presenté a cenar en pantalón de chándal y sudadera con capucha en casa de una marquesona 879 veces grande de España. Es la esposa de un amigo y quise provocarla porque me habían contado que ella era límite y, sobre todo, que en su casa se comía fatal. Cuando me vio, sus bragas cayeron al suelo con tanta fuerza que rompieron la enceradísima tarima. Al día siguiente, cené en casa de una amiga tranx, empresaria de éxito, que guisa que te mueres y que me cuenta historias inauditas.
Y, que quieren que les diga, prefiero una muñecona colombiana rebosante de vivencias y silicona a una modosita MBA de la mejor Bussiness School. Elijo para cenar a los viejos boxeadores y los más siniestros sicarios antes que a los blanditos ejecutivos que van de superbrookers tipo Maddof.
Y, para acabar, me encuentro más a gusto entre espías despistados y polizontes chungos que junto a mercaderes con cartera de cocodrilo o políticos de sonrisa tan falsa como sus promesas electorales.
Por todo esto, soy mal, o poco BIEN.
Y lo jodido es que parezco ir a peor.
Porqué NO SOY BIEN
¿Demasiado Beatle, no?
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